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29.9.06

EL CULTO A LA VIRGEN II

Las Solemnidades de la Virgen.

Las solemnidades de la Virgen son tres. La primera de ella cronológicamente hablando se produce a raíz de la proclamación del dogma de la maternidad divina de María en el Concilio de Éfeso del año 431 siendo a partir de entonces cuando el culto a la Virgen se desarrolla de manera clara. Cronológicamente aparece después el dogma de la Inmaculada Concepción de María en el S XIX y a mediados del S. XX se proclama el dogma de la Asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma.

La solemnidad de María, Madre de Dios (antes fiesta de la Circuncisión), es dogma de fe desde que el Concilio de Éfeso en 431 así lo proclamara. Esta fiesta está destinada a "celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la santa Madre de Dios, por la que merecimos recibir al autor de la vida" (MC 5). Ese día se celebra también la "Jornada mundial por la Paz", instituida por Pablo VI. La solemnidad de María, Madre de Dios se celebra el 1 de enero. Ocho días después del nacimiento de un niño los judíos practicaban el rito de la Circuncisión, signo visible de la pertenencia al pueblo escogido y de la Alianza con Yahvé, fiesta que la Iglesia recordaba en la octava de Navidad, primer día del año conjuntamente con la solemnidad de la Maternidad de María como Madre de Dios. Fue el Concilio de Éfeso el que proclama a María no sólo como Madre de Cristo sino como Madre de Dios gracias entre otros a san Cirilo que defendió el dogma en contra de la opinión de Nestorio. Así, María no es solo Madre de Cristo sino Theotokos, en latín Dei Genitrix, o sea, Madre de Dios. Este título de la Virgen como Madre de Dios fue el primero que la Iglesia reconoció, siendo el último otro que también hace referencia a su aspecto de Madre, el de Madre de la Iglesia, que comentamos más adelante.

Otra Solemnidad de la Virgen es la Inmaculada Concepción (creencia piadosa defendida expresamente en Sevilla desde el S. XVI y declarado dogma por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 por la Bula Ineffabilis Deus) esta íntimamente ligada a la historia de muchas Hermandades. El papa Sixto IV introduce esta fiesta en el calendario romano en 1476. En el Misal de san Pío V figuraba sólo como memoria y no será hasta Pío IX en 1854 cuando se proclame como Dogma.

La Pureza de María era especialmente defendida por los franciscanos, siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto, y era combatida por los dominicos que seguían la enseñanza de Santo Tomás en el sentido de que sólo Cristo había estado libre del pecado original y que la Virgen fue purificada en el momento de su Concepción. Si Cristo redimió a todos los hombres (redención universal) también redimió a María y si Ella no tuvo pecado original entonces ¿cómo pudo ser redimida? Este razonamiento tomista implicaba que para que la redención fuese universal debía abarcar a toda la Humanidad incluyendo a la Virgen y para que Ella fuera redimida debía haber tenido al menos el llamado “pecado original” que todos los humanos por el hecho se serlo traemos al mundo.

El dogma hay que entenderlo como un privilegio especial concedido a su Madre, ya que la Virgen tuvo una "redención profiláctica": Cristo impidió que tuviese pecado pero ese hecho la Virgen se lo debe a Él luego Ella fue también redimida, aunque de otra forma que el resto de los mortales (como el médico que cura al enfermo o impide, a través de medidas preventivas, que alguien contraiga la enfermedad: en ambos casos el médico es quien cura).

En Sevilla hubo grandes controversias sobre el tema llegando a tomar esta idea proporciones de manifestaciones populares cuando en el sevillano convento de Regina, hoy desaparecido y que fue de frailes dominicos, un ocho de septiembre del año 1613 en la fiesta de la Natividad de la Virgen, un fraile profeso de ese convento se atrevió a afirmar públicamente que la Virgen María no había sido concebida sin pecado original sino que "había sido concebida como ustedes y como yo y como Martín Lutero" y que fue santificada después de nacer contra la opinión extendida en la ciudad a favor de la defensa de la Inmaculada Concepción de María. Este sermón fue al parecer la chispa de un movimiento inmaculadista sin precedentes en la ciudad, que originó innumerables votos, procesiones y funciones a su favor. Incluso se escribieron unas letrillas que pronto se hicieron populares y que decían así:

"Aunque se empeñe Molina
y los frailes de Regina
al prior y al provincial,
y al padre de los anteojos
(tenga sacados los ojos)
y él colgado de un peral)
María fue concebida
Sin pecado original"

La llamada "pía opinión" (defensora de la idea de que la Virgen había sido concebida sin pecado original) era claramente defendida por los franciscanos (Duns Scoto), en unos debates que nacen en el S. XII y en Sevilla era opinión mayoritaria como demuestra el hecho de que el Cabildo de la catedral celebrara la fiesta de la Inmaculada desde 1369. Scoto razonaba de la siguiente manera: dado que las Escrituras no aclaran si la Virgen fue o no concebida sin pecado original y que las opiniones sobre este tema pueden ser tres, él defendía la más favorable a la Virgen. Las tres opiniones se resumen en que o bien la Virgen fue concebida sin pecado original (pía opinión), o bien fue concebida con pecado original y purificada nada más nacer (opinión tomista) o en tercer lugar que fue concebida con pecado original y fue purificada posteriormente.

En 1615 el movimiento inmaculadista en Sevilla llegó a tomar tintes casi de revuelta popular (la llamada por Kendrik "the Marian war") acudiendo una embajada a Roma encabezada por Mateo Vázquez de Leca y Bernardo del Toro para influir en el Papa al objeto de conseguir la proclamación del dogma, cosa que no lograron de Paulo V pero si al menos que no se defendiera en publico la opinión contraria mediante la renovación que hizo el Papa de la Constitución de Sixto IV sobre la Concepción Inmaculada. Esto sucedió el 8 de diciembre de 1616. La posterior Bula de Clemente XIII de 14 de marzo de 1767 por la cual se declaraba a la Inmaculada Patrona principal y Universal de España y las Indias supuso un gran avance en la proclamación del dogma, ya en el S. XIX.

La Asunción de la Virgen (15 de agosto) fue declarada dogma de fe el 1 de noviembre de 1950 por Pío XII, con estas palabras: "Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial" (Constitución Apostólica Munificentissimus Deus). El sentido de esta fiesta es que "María asunta al cielo personifica el estado de gloria que tiene todos los que, como Ella, murieron en Cristo".

La MC dice al respecto: "En la solemnidad del 15 de agosto celebramos la gloriosa Asunción de María al cielo: fiesta en la que recordamos su destino de plenitud y bienaventuranza, la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, su perfecta configuración con Cristo resucitado. Fiesta que propone a la Iglesia y a la Humanidad la imagen y la consoladora garantía del cumplimiento de la esperanza final. Pues dicha glorificación plena es el gozoso destino de todos aquellos a quines Cristo ha hecho hermanos, teniendo en común con ellos la carne y la sangre" (MC 6).

Esta creencia ya se venía aceptando desde el S. VI, muy relacionada con la fiesta de la Dormición celebrada desde muy antiguo en las iglesias orientales. Desde el S. VI se celebraba una fiesta en Jerusalén que pasa a Occidente con el nombre de la Dormición de Santa María.
MC: Marialis cultus

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