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29.6.08

ROMANO GUARDINI, SACERDOTE CATÓLICO

Romano Guardini nació en Verona en 1885 y murió en Munich en 1968. Estudió primero química en Tubinga, luego economía política en Berlín y finalmente teología en Bonn. Hijo del cónsul italiano en Maguncia, el joven compartió en el hogar la raíz de humani­dad propia de Cicerón y de San Agustín, de Virgilio y Dante, pero su implantación decisiva en la rea­lidad deriva de la formación espiritual e intelec­tual que le otorgaron la historia y lengua alema­s.
Es un ejemplo máximo de lo que puede llegar a una persona cuando desde su cultura intelectual y cordialmente poseída se injerta en otra. Desde 1910 doctor en teología por la universidad de Friburgo, profesor titular en la universidad de Berlín desde 1923, hasta que fue separado de la cátedra por los nazis en 1939.
Acabada la II Guerra Mundial es integrado a la docencia universitaria con una cátedra de filosofía religiosa en Tubinga donde enseña hasta el 1948 cuando se traslada en la universidad de Munich, permaneciendo en ella hasta 1964, año de su jubilación. Es precisamente en el duro invierno postbélico de 1947 cuando Guardini inicia unas clases concluyéndolas en 1948 en Munich. El texto de aquel ciclo universitario es publicado en 1950 bajo el título "Das ende Der Neuzeit" (traducción española: "El ocaso de la Edad Moderna", ed. Guadarrama, Madrid 1958).El libro, adelantando de treinta años la tesis del agotamiento de la modernidad, impacta a los círculos culturales de Occidente. En efecto aquel libro pareció, a muchos intelectuales, inactual desde el mismo título o, por lo menos, desconcertante en los años de una postguerra dominada por la ilusión de un "renacimiento" de la modernidad bajo el alero de una alianza entre la cultura ilustrada y el cristianismo que, superadas viejas rencillas, se habían asociado para anunciar el amanecer de un "mundo nuevo" liberado por completo de las perniciosas sugestiones del totalitarismo.
Despejando el optimismo ingenuo de aquellos que celebraban el asomarse de la razón, la cultura y la tolerancia entre los escombros morales y materiales dejados por la guerra, Romano Guardini amonestaba: "No se trata de un renacimiento, sino solo de una ilusoria reacción a los éxitos negativos de una modernidad que ha concluido sin remedio su ciclo. Por lo tanto es necesario analizar la época que termina para vislumbrar los tiempos postmodernos que la siguen y que todavía no tienen nombre".
La vida cultural alemana entre 1918 y 1968 ya no es pensable sin lo que fue este educador y guía de juventud desde sus primeros años dirigiendo los movimientos juveniles en Rothenfels y el grupo Quick­rn, -fue considerado «praeceptor Germanice». Como profesor en Berlín y luego en Tubinga y Munich, Guardini fue presentando las figuras fundadoras de la conciencia europea, trayéndolas desde su leja­nía hasta el nivel de la conciencia contemporánea, para que pudieran ser percibidas como faros en la navegación humana: Sócrates, San Agustín, Dante, Pascal, Hólderlin, Dostojevski, Mórike, Rilke... Los libros dedicados a cada uno de ellos siguen sien­do interpretación elocuente de ese universal huma­no, que sólo descubrimos cuando alguien lo encar­na vivo ante nuestros ojos.
Pero en este artículo de homenaje nos fijaremos especialmente en su participación en el movimiento litúrgico, nacido alrededor de grandes abadías benedictinas. Junto a otras grandes figuras fue redescubriendo la riqueza de la liturgia y contribuyó a introducir el arte moderno en las iglesias, promoviendo la participación de los fieles en las celebraciones y abriendo las puertas de la Iglesia a la modernidad.
Sus libros sobre liturgia (El Espíritu de la Liturgia, Sobre la Iglesia, Los símbo­los sagrados) son hoy básicos para comprender la reforma litúrgica. Su influjo llegó a España. Ortega y Gasset en su segundo periplo por Alemania percibió el eco de su magisterio. También influyó sobre Luis Díez del Corral y Alfonso Querejazu, que siguieron sus clases en Berlín y de su espíritu aprendieron mesura y magnanimidad. Rigor intelectual y abertura católica.
A la hora de enunciar los grandes influjos de Guardini no es posible olvidar tres nombre estelares: Rahner, Baltasar y Ratzinger. Bajo su influencia construyeron sus grandes síntesis personales y proyectos eclesiales. Son superiores a él, pero sin él ¿hubieran sido posibles? Los tres han dedicado libros a recoger su ejemplaridad y a trasmitir su pensamiento. Rahner concluía su testimonio con estas palabra que dejamos como invitación y tarea a las nueva generaciones. «El hombre y la obra que provoca nuestra gratitud no nos quitan a los más jóvenes que tuvimos la suerte de convivir con él, ni a la joven generación, el peso del propio quehacer y responsabilidad. Pero él sigue siendo para nosotros un ejemplo y una bendición».
Fuente: Diario ABC (03/06/2008). Artículo de Olegario González de Cardenal (extracto)

1 comentario:

Anónimo dijo...

gabriela de Córdoba Argentina te dice que la fecha de nacimiento de Romano es en el año 1885 para que corrijas el sitio, hasta la próxima