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11.10.11

LLEVAR LA COMUNIÓN A LOS ENFERMOS I

En dos artículos vamos a abordar el tema de llevar la comunión a los enfermos. En este primer artículo haremos unas consideraciones generales y de tipo práctico, para abordar en otro posterior el rito propiamente dicho. Y lo vamos a hacer a base de preguntas y respuestas.
Ante todo, debemos tener en cuenta que, cuando llevamos la comunión a una persona enferma o moribunda, compartimos con ella el conocimiento que proviene de una esperanza autentica, esa luz del Espíritu que alimenta la esperanza que va mas allá de esta vida. Por eso, el ministro de la Eucaristía debe ser consciente de la importancia del acto que va a realizar y del consuelo tan enorme que va a proporcionar su servicio al enfermo y, también, a sus familiares.

Y la primera pregunta que podemos hacernos es ¿Quién puede llevar la comunión a casa de un enfermo? En principio, el sacerdote o el diácono. Pero sucede que los párrocos y vicarios parroquiales suelen estar, a veces, muy ocupados en otros asuntos. Entonces pueden delegar en tan importante asunto y encargarlo a laicos autorizados. En primer lugar, a los acólitos instituidos, como ministros extraordinarios de la comunión que son. Y también a otros laicos, debidamente autorizados, sin excluir a religiosas o mujeres en general. Es de sentido común que ese encargo se realice a personas de fe probada y de entrega a la Iglesia (seminaristas, catequistas, religiosas, miembros de las juntas parroquiales, etc).
¿Dónde se llevan las Sagradas Formas? Existen unas cajitas pequeñas, llamadas píxides, en las que pueden transportar con comodidad. Un píxide debe ser bendecido siempre antes de usarse por primera vez. Después de cada uso debe purificarse. Se debe retirar el Santísimo Sacramento inmediatamente antes de salir hacia el hogar donde se ha de administrar el sacramento.
¿Cómo comportase durante el camino? Evidentemente, llevando al Señor a casa de un enfermo no es momento de pararse a saludar a conocidos ni entrar, por ejemplo, a un bar a tomarse un café o una cerveza ni realizar visitas. Debe pues, evitarse, el permanecer o demorar el camino más de lo necesario. Si algún amigo nos detiene se le hará saber, si se ve oportuno, el motivo de la diligencia. De igual manera, se impone un vestido adecuado a la dignidad del acto que se está realizando.
No corresponde llevar la Eucaristía y ocuparse en otras actividades antes de dar la comunión; no es lícito retener las Sagradas Formas en la casa del ministro. La norma general e invariable debe ser: desde el sagrario a la casa del enfermo. Tampoco es lícito reservar la Eucaristía en casa del enfermo. Durante el camino es conveniente rezar, adorando al Sacramento.
¿Qué hacer si la persona no quiere comulgar? Aunque no sea un caso frecuente, a veces, son las familias las que quieren que el enfermo comulgue, para proporcionarle ese consuelo y alivio. Pero si la persona manifiesta su deseo de no comulgar, en ningún caso se le administrará la comunión.
¿Se puede dar la comunión a un disminuido síquico? Por supuesto que sí. Aunque no tenga conciencia plena del acto de comulgar, basta que comprenda o intuya que el pan que va a recibir no es un pan común, sino que tiene algo especial.
¿Cuándo no puede darse la comunión? No debe administrase la comunión si el enfermo está inconsciente o si se encuentra en un estado de enajenación irracional de tal forma que pudiese rechazar el sacramento.
¿Qué hacer si el enfermo no puede deglutir? Si la persona no puede deglutir puede dársele algunas gotas de la sangre de Cristo, si es que puede recibirlas. Si puede comulgar, aunque sea con dificultad, no hay inconveniente en darle una pequeña porción de la hostia y que tome agua después. Solo las personas que no pueden recibir la comunión bajo la forma de pan pueden, a discreción del sacerdote, recibirla bajo la forma de solo vino. Se pondría en un vaso cubierto adecuadamente y guardarse en el tabernáculo después de la comunión para usarla ese día. La Preciosa Sangre debe llevarse al enfermo en un vaso cerrado de tal forma que se elimine todo peligro de derramarla. Si queda algo de la preciosa Sangre después de que el enfermo haya recibido la comunión, el ministro extraordinario debe consumirla y purificar el vaso.
En un próximo artículo veremos los preparativos que deben hacer los familiares y el rito propiamente dicho.

7 comentarios:

Pablo dijo...

Me gustaría hacer dos pregunta que no tienen nada que ver con este tema.
¿Qué condiciones son necesarias para instituirse cómo acólito? y ¿Qué plan de formación se exige?
Muchas gracias de antemano.

Jesús Luengo Mena dijo...

Yo puedo informarle sobre los requisitos que la archidiócesis de Sevilla exige. En principio hay que ser varón y mayor de edad.
El plan de formación consiste en un curso básico de Liturgia (dos años), un cursillo específico posterior, carta de presentación de un sacerdote (párroco o similar) y una serie de documentos, ya meramente borocráticos. Estos son: partidas de baustimo y matrimonio eclesiástic (si se es casado), solicitud personal y poco más.
Lo más útil es que se dirija al obispado de su diócesis y pregunte, pues los requisitos pueden variar.

Anónimo dijo...

¡Qué barbaridad! Perdone que me meta en la conversación. Tras la lectura de su detallada respuesta a "Pablo" no puedo, por menos, que sorprenderme de los muchos requisitos que se piden. Ahora comprendo porqué son tan escasos y es rara la Misa en la que estén presentes. Y el pobre sacerdote se tiene que aviar solo. Nadie le ayuda a lavarse las manos ni se toca la campanilla en la Consagración.

He consultado este tema con unos tíos míos mayores y me han dicho que antes no eran precisos tantos requisitos. La única explicación que encuentran es que antes la formación, sin pretenderlo, se iniciaba en las famílias y esto hoy practicamente se ha perdido. Tras recibir la 1ª Comunión era muy corriente que alguno de ellos pasase a engrosar el grupo ya existente.

Yo creo que la jerarquís eclesiástica debería recapacitar pues esto lo único que ha logrado es que practicamente desaparezcan.

Jesús Luengo Mena dijo...

Estimado anónimo: Tal vez no me haya expresado bien o usted
no interprete correctamente lo expuesto. Los requisitos que relaciono son exclusivamente para ser ACÓLITO INSTITUIDO, o sea, lo que antes era el subdiaconado más o menos. Lo anterior NO EXCLUYE que cualquier varón pueda hacer de acólito, igual que de lector (o sea lo que llamamos ayudra a misa)siendo, en este caso, acólito de hecho, al igual que los monaguillos siguen existiendo. El acólito instituido se diferenciaría del no instituido fundamentalmente en que es ministro extraordinario de la comunión, aunque, tal como en otras entradas del blog puede ver, también puede repartir la comunión y llevarla a los enfermos un/una laico/a no instituido.
Me parece un comentario excesivo el suyo, tal vez motivado por mi exhaustiva enumeración de requisitos, que solo se exigen, repito, al acolito instituido, y en la archidiócesis en la que vivo.

Anónimo dijo...

Le agradezco la atención que me presta, pero para mí y para el resto de las personas de mi entorno con las que he consultado se mantiene vigente la preocupación de por qué los acólitos, practicamente han desaparecido de nuestras Misas.
Y créame que esta precupación, junto con otras, se la hemos trasladado a nuestra jerarquía eclesiástica, pero parece que están en otros asuntos.

Posiblemente en su archidiócesis la situación actual sea bien distinta de la que nosotros vivimos aquí de cerca, y no sea frecuente que el sacerdote se encuentre solo en el altar, lo que me alegra enormemente porque será una prueba palpable, en los detalles, de que a la juventud allí no la han alejado.

Anónimo dijo...

El ministro extraordinario de la comunion es un escogido por el Parroco ,este deberá ser un fiél activo evangelizado de la comunidad para que no provoque escandalo. Con una carta de recomendacion del parroco dirigida al vicario correspondiente , se otorga una credencial que le autoriza a cumplir su ministerio principalmente en la Parroquia de donde fue recomendado.

Anónimo dijo...

yo he sido ministro extraordinario de la comunión, por un sacerdote hace casi 20 añoshice un curso de preparación firmado por el señor obispo, por un años. Pero segui llevando la comunión a los más lejanos de la parroquia una señora se la llebaba alos mas cercanos,se fue ese sacerdotevino otro y otro y asi susecibamente has que vino uno, y tenia 15 enfermos, entonce puso a una monja a llebar la comunión alos mas cercanos hasta que llegó a llbarcela a las mas lejanos tambien, me dejaron con unos 5 enfermos los pobre fueron muriendo y me quedó solo uno que era mi madre, yo llebaba la comunión a enfermos de otra parroquia que tambien colaboraba, pues no me agregaron mas enfermos y me aburrieron y no he ido más,el sacerdote no queria que llebara la comunión a ontros enfermos de otra parroquia tampoco llebara la comunión de otras iglesias en la reuniones me aburrieron solo hablaban dos una era una catorra ami no me escuchaban, ahora ayudo en una capilla y en la de mi pueblo, nunca tuve problemas con otros sacerdotes.repartia la comunión en las misas ahora se la han dado a otras personas que ni hicieron curso.este es mi comentario a cuando me sobraba una comunión se la daba ami padre o a otra enferma ques e la llebaba hace años la pobre ya murió.o que dios les bendigan