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7.7.15

SOBRE EL RITO DE LA PAZ EN LA MISA

Recientemente, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, ha escrito una carta pastoral dedicada a comentar y glosar la Carta Circular sobre El significado ritual del don de la paz en la Misa, publicada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que preside el cardenal Antonio Canizares Llovera como Prefecto
La carta en realidad lleva más de un año de vigencia, ya que se aprobó el 8 de junio de 2014, en la solemnidad de Pentecostés. Comienza así:
«La paz os dejo, mi paz os doy», son las palabras con las que Jesús promete a sus discípulos reunidos en el cenáculo, antes de afrontar la pasión, el don de la paz, para infundirles la gozosa certeza de su presencia permanente. Después de su resurrección, el Señor lleva a cabo su promesa presentándose en medio de ellos, en el lugar en el que se encontraban por temor a los Judíos, diciendo: «¡Paz a vosotros!». La paz, fruto de la Redención que Cristo ha traído al mundo con su muerte y resurrección, es el don que el Resucitado sigue ofreciendo hoy a su Iglesia, reunida para la celebración de la Eucaristía, de modo que pueda testimoniarla en la vida de cada día.
La carta justifica sobradamente el rito en el momento en que ahora se realiza, entre el Padre Nuestro, al cual se une mediante el embolismo que prepara al gesto de la paz, y la fracción del pan, durante la cual se implora al Cordero de Dios que nos dé su paz, dado que esa es la tradición litúrgica romana y tiene un significado teológico propio. Con este gesto, que «significa la paz, la comunión y la caridad», la Iglesia «implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental», es decir, la Comunión en el Cuerpo de Cristo Señor.
Pero, dado que el rito está alcanzando, en algunas celebraciones, una exageración desmesurada, se ve oportuno recordar el sentido primitivo del mismo, dado que el Sínodo de los Obispos ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede provocar cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos.
Así pues, en resumen, se recuerda que:
* El rito debe cuidarse y hacerse con sentido religioso y sobriedad.
* Debe mantenerse en el lugar que ocupa actualmente en la Misa, o sea, antes de la Comunión.
* Es totalmente legítimo afirmar que no es necesario invitar rutinariamente a darse la paz, tal como dispone la OGMR (154): Luego, según las circunstancias, el sacerdote añade: Dense fraternalmente la paz. Es más, si prevé que tal intercambio no se llevara a cabo adecuadamente por circunstancias concretas, o se piensa que pedagógicamente es más conveniente no realizarlo, el signo no sólo se puede omitir sino que, en ocasiones, debe omitirse.
* Deben evitarse los siguientes abusos:
- La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el Rito romano.
- Los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz, con el consiguiente desorden que se organiza. Se debe dar la paz a los más cercanos.
- El que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, pero permaneciendo siempre dentro del presbiterio para que la celebración no se perturbe. Haga del mismo modo si por alguna causa razonable desea dar la paz a unos pocos fieles (OGMR 154)..
- Que en algunas circunstancias, como la solemnidad de Pascua o de Navidad, o durante las celebraciones rituales, como el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, las sagradas Ordenes, las Profesiones religiosas o las Exequias, el darse la paz sea ocasión para felicitar o expresar condolencias entre los presentes.
Finalmente, la carta invita a todas la Conferencias de los Obispos a preparar catequesis litúrgicas sobre el significado del rito de la paz en la liturgia romana y sobre su correcto desarrollo en la celebración de la Santa Misa.
Conseguir hoy un compromiso serio de los católicos de cara a la construcción de un mundo más justo y pacifico implica una comprensión más profunda del significado cristiano de la paz y de su expresión en la celebración litúrgica. La carta invita con insistencia a dar pasos eficaces en tal materia, ya que de ello depende la calidad de nuestra participación eucarística y el que nos veamos incluidos entre los que merecen la gracia prometida en las bienaventuranzas a los que trabajan y construyen la paz.
Los interesados pueden consultar la Carta completa y la del nuestro arzobispo en:

http://www.vidasacerdotal.org/index.php/otros-documentos/congr-para-el-culto-divino/483-carta-circular-el-significado-ritual-del-don-de-la-paz-en-la-misa.html


http://www.archisevilla.org/daos-fraternalmente-la-paz/